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Estambul: El tesoro de Turquía

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Asiática y europea; Católica, Musulmana y Judía; Bizantina, Romana y Otomano; caótica, densa y serena; antigua y cosmopolita… Así es Estambul, una de las ciudades con más historia, personalidad y contraste del mundo.

Estambul tiene olor a castañas y maíz; con el colorido de sus mezquitas, de los velos de las mujeres y las lámparas; y en sus calles se escucha la música sensual del cantante Tarkan. Posee un sabor a pistacho por su ‘baklava’ y a manzana por su famoso té turco.

Esta ciudad fue mi sitio estratégico en Turquía antes de Capadocia. Para ser honesta solo planifiqué mi estadía por dos días. ¡Qué gran error! No contemplé que la ciudad era gigantesca, colmada de palacios, mezquitas, museos, torres y mercados, y con una población de 15 millones.

Al salir del aeropuerto, su sobrepoblación, el desconocimiento del idioma y los casi 40 grados de temperatura podrían ser la peor combinación para una bienvenida. Al menos lo fue para mí. Luego una hora y media en bus hasta llegar a la ciudad y de haber sido estafada por un taxista estaba un poco alarmada. ¿Dónde me fui a meter? Era una pregunta que se repetía en mi cabeza, mientras esperaba por mi habitación.

“No te asustes”, dijo el recepcionista mientras abría el inmenso mapa de Estambul. Luego explicarme los sitios para visitar, me recalcó que la ciudad es segura y no me defraudará.

Seguí sus consejos y comencé esta “breve” aventura por la antigua Constantinopla. ¡Cortísima! A esa hora solo me quedaba día y medio para recorrerla.

Nunca creas en la primera impresión. Sé que suena a lugar común, pero en este caso es totalmente cierto. Mi hotel quedaba en Sultanahmet, el barrio más antiguo de Estambul. Super colorido, con calles empedradas y con decenas de restaurantes. A tres cuadras estaba frente a dos de los más hermosos, impresionantes y emblemáticos sitios del mundo: Santa Sofía y la Mezquita Azul.

Santa Sofía, Hagia Sofia or Ayasofya

Dos medallones con caligrafía árabe dedicados a Alá y Mahoma junto a la imagen de Jesucristo en los brazos de la Virgen María me hicieron erizar. Es que en Santa Sofía o iglesia de la Santa Sabiduría se observa la primera fusión de culturas y credos de la ciudad.

En el siglo III fue la primera catedral ortodoxa bizantina, luego católica. En 1453 con la conquista Otomana paso a ser una mezquita y recién en el año 1935 se convirtió en un museo.

Santa Sofía es una joya arquitectónica compuesta de un altar y sus magníficos candelabros; sus pilares de mármol de la época otomana, los ocho enormes medallones con caligrafía árabe, los azulejos, los mosaicos bizantinos, las imponentes columnas, su enorme cúpula y los vitrales. Todo junto te provocan un éxtasis visual.

Su entrada es de 60 liras, equivalente a 10 USD. Y perfectamente puedes recorrerla en dos horas.

El Bósforo en bote

La hora de la caída del sol se acercaba. Había leído que la mejor vista era desde el Bósforo, el estrecho donde Asia y Europa se dan la mano. El tiempo era corto para elegir un crucero. La opción más sencilla fue un ferry para cruzar al otro continente: el barrio asiático Uskudar.

Los ferry parten cada 20 minutos y el ticket menos de 1 USD. Son amplios y cómodos. En el viaje las gaviotas nos escoltaban y era el mejor sitio para una foto panorámica de la ciudad, donde la enmarcan las mezquitas iluminadas, los faros, el puente y la Torre Gálata.

Ya de vuelta es imperdonable no cenar una de las terrazas a lo largo del Bósforo y debajo del puente Gálata. Decenas de turcos usarán sus habilidades para convencerte de que te quedes en su restaurante.

La Mezquita Azul

¡8 am! Me quedaban pocas horas para terminar esta travesía. Rápidamente fui a la Mezquita Azul, el símbolo de la belleza musulmana e ícono de Turquía.

Por fuera, la también conocida Mezquita de Sultán Ahmed, tiene una escalera ascendentes de cúpulas y semicúpulas que terminan con una más grande y por dentro está recubierto por 20 mil azulejos hechos a mano donde el color azul prima.

La luz entra a través de 200 ventanas, su decoración tiene versos del Corán y el suelo está cubierto de alfombras bien conservadas, claro debes entrar sin zapatos y cubierta. Solo los musulmanes tiene acceso al área de oración, por lo que el recorrido puede ser corto. Su entrada es gratis.

El Palacio de Topkapi

La historia y los tesoros del Imperio Otomán -que duró alrededor de 500 años- se encuentran en el Palacio Topkapi. Es gigante pero que mejor que enriquecerse al ver las habitaciones de los sultanes, quienes tenían su harén; sus bibliotecas, su artillería y sus joyas como la daga imperial empuñada con oro y esmeraldas; y el cuarto diamante más grande del mundo. La entrada vale 12 USD

El Gran Bazar

Llego el momento favorito del viaje: el del ‘shopping’. Cómo no volverse loca entre las casi 4 mil tiendas que conforman el Gran Bazar. Imposible no perderse entre lámparas, candelabros, alfombras, cojines, platos, tazas, pañuelos, carteras, joyas…

Es una mezcla de lo tradicional como amuletos con ojos y lo moderno como las réplicas de zapatos, carteras y ropa Chanel, Gucci, Versace o Louis Vuitton.

¡Lo quería todo! Y, en cada paso que das, los vendedores no me lo hacían fácil y trataban de llamar mi atención, brindarme té de manzana y convencerme (en español) de comprar hasta lo que no necesitaba.

En el Gran Bazar la cultura del regateo debe ser prioridad. Esa habilidad la exprimí hasta salir corriendo de comprar una cartera en la que me pedían 1.500 liras y finalmente pagué solo 500.

La Torre Gálata

Llegó la noche en Estambul. Muy tarde para subir al mirador de la torre más alta de Estambul: el Gálata, ubicado en el barrio europeo Beyoglu . Pero, temprano para recorrer la zona.

Sus calles son estrechas y al ser una colina hay que subir escalinatas. Al llegar, la imponente torre medieval te recibe iluminada con colores azules y naranjas.

A su alrededor se fusionaba la música, el arte y los platos tradicionales. Inevitable no deleitarse con el tradicional dulce, baklava, y mi último té turco en esta ciudad, mientras contemplo la magnitud de la torre.

Para regresar al hotel en Sultanahmet, el camino más rápido fue con el tranvía. Es seguro, cómodo y la tarjeta vale menos de 1 USD. Eso sí, mentiría si digo que entendí como funcionaban las ‘Istanbulkart’. Las indicaciones estaban en turco, pero tuve la suerte que siempre había alguien dispuesto a ayudarme.

De este manera y casi sin sentir mis pies le saqué el jugo a mis dos días en esta monumental ciudad. No logré llegar al Bazar Egipcio, ni a los barrios asiáticos, ni al museo de historia o las otras mezquitas. Ese será el recordatorio de que debo volver. Con más tiempo y con más maletas para llevarme todas las lámparas.

Hagia Sofia

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Ten years of journey

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It’s October 2nd. Your suitcase is ready. You still don’t know if the return will be in 6 months or in a couple of years. Worried? I know. You forgot to give the I94 back that day when you came back home in June. Well, that paper will change your plans. Don’t forget to bring the ID of the magazine.

Hey, it’s you. 10 years older, 10 pounds heavier and 10 thousand grey hair. Couple wrinkles, but I can tell, still looks like the old you.

Why am I writing to you? Just nostalgia. I miss writing. No, you will never go back to journalism as you hope to right now and I want to apologize. Your perspectives and priorities have been changed in all these years. But, good news. Finally, after studying in three schools, you speak English. Of course still afraid to talk on the phone.

New York is difficult. VERY. That is aggressive, intense, fascinating, noisy and extremely demanding, yes, like no other city in the world. Your life will be a challenge, full of ups and downs like a roller-coaster. Even though the patience,  tolerance, and resistance are going to help in the road.

This is not a vacation anymore. You will live the other face of the coin when it comes to rent, insurance, MTA’s card and Federal and State taxes. In the beginning looking for an apartment will be your worst nightmare. Jumping between apartments at Queens and The Bronx will all be part of the journey. Unfortunately, the Upper East Side and West Village are still in your dreams.

You will be working in a bakery, selling ice creams, making Christmas baskets until one day will find stability in the Hospitality business. But with the time you will become an Immigration Lawyer, financial adviser, economist, travel agent, guide tourist, plumber, electrical technician, handywoman…

Without any doubt, you will love and hate the city, even on the same day or an hour. When you enjoy a night with a glass of Moet on top of a nice building and then you are stuck in traffic on the bridge or on the train. Your favorite season will be Spring (after the allergies), Fall makes you feel sentimental and the sad days are when you hang all the coats and jackets in your closet.

Your friends will become your family. During these years some of them will disappoint you. True friends will help you anytime, with hospital appointments, giving you a hand and a couch to sleep on. Likewise, you will be that shoulder. And with the time you will have a lot of nephews.

I will warn you, a lot of times you will be scared. But there is one particular situation the fear will run through your veins until it feels like you can breathe. Believe me, this event is going to change your situation for good. It will be the door of your freedom, to the world, and after that, nothing stops you.

You will travel like you’ve never imagined, visiting places you read about in books. A little bit of Asia, Africa, Oceania and more of Europe. Will love the sunset. Traveling will enrich you so much and share it with your family even more.

Now you are a ‘Newyorker’. People say it when you’ve been here for more than 8 years. You are always late or in a rush and never keep quiet. Know your rights and vote for Hillary!

Finally, you found that stability and peace that you were working hard for through the years. For moments you thought it was your biggest mistake. But trust me. You have learned to accept that life doesn’t follow a pre-determined plan. Every person and opportunity appeared and happens at the right time.

You and I love New York. I feel an immense amount of gratitude toward this city that helped me grow into who I am today at my 36th’s. It’s become part of my identity. There’s still a lot to learn and experience. More museums, streets, neighborhoods, corners, building, restaurants, bars, exhibitions. A lot to try and work.

You have no idea how much longer you’ll be here, but you are completely certain it will not be another 10 years.

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NY: Diez años de travesía

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Hoy es 2 de octubre. Tienes las maletas listas. No sabes si regresarás en seis meses o años. Estás preocupada. Sé que se te olvidó entregar el I94 cuando volviste en junio. Ese papel cambiarán tus planes. No olvides llevar tu carnet de la revista.

Hola soy tú. 10 años mayor, 10 libras de más y decenas de canas. Un par de arrugas, pero puedes decir que aún luces como en este instante.

Porqué te escribo. Solo nostalgia. Extraño escribir. No, nunca pudiste ejercer tu profesión como lo quieres tanto. Discúlpame. Tus perspectivas, expectativas y tus prioridades fueron cambiando con el tiempo. Eso sí, luego de estudiar en tres escuelas, finalmente hablas inglés.  Aunque sigues estresándote al hablarlo por teléfono.

Que New York es difícil,  DIFICILISIMO. Que es agresiva, intensa, fascinante, ruidosa, extremadamente exigente. Si, como ninguna otra ciudad. Tu vida aquí será un deporte de velocidad y reflejos. Una constante montaña rusa.  Pero la tolerancia, la paciencia y la resistencia te ayudarán en esta carrera.

Estas ya no son vacaciones. Tú misma vivirás el otro lado de la moneda, donde todo girará sobre una renta, una tarjeta del tren y los impuestos. Al principio buscar donde vivir será tu pesadilla. Saltarás de departamento en departamento entre Queens y El Bronx. El Upper East Side y West Village seguirán solo en tus sueños.

Trabajarás en una panadería, venderás helados, decorarás canastas navideñas, hasta que finalmente te quedarás en restaurantes. Y la vida te convertirá en abogada de migración, agente de viaje, guía turística, asesora financiera, plomera, electricista…   

Sin duda amarás y odiarás la ciudad, incluso en la misma hora. Cuando estés disfrutando de una copa de Moet en un rascacielos frente al Empire State y luego permanezcas 30 minutos dentro de un tren sin moverse. La primavera será tu estación favorita y el otoño te pondrá melancólica. Y el invierno… sin palabras.

Tus amigos serán tu familia. Algunos con el tiempo te decepcionaron. Los verdadero son los que te acompañarán al hospital, te darán una mano, un sofá para dormir. Pero tú también serás ese hombro e incluso ayudarás a una de tus amigas a tener su bebé.

Te diré que en unos años sentirás miedo. Pero en una situación concreta, el temor correrá por tus venas hasta sentir que no puedes respirar. Creerás que ese episodio será tu puerta a la libertad. Al mundo. Luego nadie te detendrá.

Viajarás como nunca pensaste hacerlo. Conocerás sitios que desde pequeña veías en las enciclopedias. Conocerás un poquito África, Oceanía, Asia y más de Europa. Amarás ver las caídas de sol desde diferentes partes del mundo. Viajar te enriquecerá tanto y compartir con la familia mucho más. 

Ahora eres newyorker. Asi dicen cuando tienes más de 8 años. Caminas apurada, no te quedas callada y reaccionas cuando alguien se mete contigo. Votas en las elecciones.

Finalmente encontraste esa estabilidad. Por un tiempo pensarás que toda esta travesía había sido un error. Pero confía que todo ocurrió en el momento oportuno.

Amas New York. Has aprendido tanto y falta mucho. Museos, barrios, calles, restaurantes y esquinas por conocer. Comida que probar y trabajos por experimentar. Aún no sabes cuanto tiempo te quedarás, pero ya estás segura que no serán otros 10.   

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