Honestamente, hace 3 años no tenía idea dónde quedaba Martinica. Luego de que una amiga me comentara sus planes de viajar, decidí abrir Google.’Era parte de las Antillas Francesas.
¡Wow! Me había olvidado completamente que existían y eso que fui una de las mejores estudiantes de geografía.
En enero, una vez más Martinica volvió a mi mente. Esta vez mientras buscaba vuelos para escapar del frío neoyorkino.
República Dominicana, Barbados y México eran las opciones, pero la idea de ir al Caribe que pocos conocen me atraía mucho más. Y lo digo porque amigos, familia y compañeros de trabajo también la desconocían. Incluso, apostaban que estaba en el Mediterráneo.
Martinica es un pedacito de Francia,’con un toque de sensualidad caribeña y por supuesto playas paradisiacas.
Cuando llegué a la también conocida “Isla de las Flores”, por la noche, las diminutas carreteras con rotondas, las placas de los carros y los letreros publicitarios me transportaban a los pueblos europeos. Sin contar su moneda, el euro, y su idioma, el francés. Aunque con los días, escuchaba a muchos locales conversar en su lengua nativa, el criollo martiniqués o ‘créole’.
Al arribar a ‘Saint Anne’ o Santa Ana, al sur de la isla, se acabaron las comparaciones.
Su clima tropical, la brisa del mar, el olor del ron añejo, las embarcaciones pesqueras, los yates y los sonidos de las bandas musicales eran suficientes para sentir y formar parte de esa atmósfera’caribeña
Martinica es una isla volcánica del archipiélago de las Antillas. El Monte Peléees su volcán activo y su excursión debe estar en la lista de “cosas por hacer”. En mi caso, definitivamente la playa me llamaba y mi parada fue la más famosa y hermosa de Martinica: ‘Les Salines’ o Salinas.
Cada rincón es una postal.’Lo bordean las palmeras inclinadas, su arena fina y blanca; y el mar cálido color turquesa.’‘Les Salines’ tiene un ambiente de paz y tranquilidad. No hay hoteles. Solo restaurantes pequeños y kioscos con ‘souvenirs’, carteras, pareos, vestidos…
Su playa má turística es Le Diamant o Diamante Es’ancha y descansa sobre una bahía enmarcada en rocosas y verdes colinas, que desde el sur se observa como la forma de una mujer acostada. Al frente y en medio del Mar Caribe,’una roca volcánica de 175 metros de altura es ideal para bucear y disfrutar de’la fauna marina
‘Anse Dufour’, al norte de Diamante es una de las más encantadoras.’Está en una ensenada por lo que su caída de sol es uno de los más mágicos y espectaculares de la isla.
Del otro lado de la isla, ya en el océano Atlántico también está ‘Lé Robert’, con el tour de los islotes. Puedes caminar por el mar y el agua sigue por los tobillos.
¡Siiiiii!
Todos los días, mi aventura en Martinica consistía en disfrutar nuevas playas y deleitarme en mi hora favorita: la del ‘sunset’, buscando locaciones para tener la mejor vista. Sin importar que fuera hasta en el cementerio, como en ‘Saint Anne’.
Fue en este pequeño pueblo-con no más de 4.000 habitantes-donde me hospedé por casi una semana.
Santa Ana o Sainte-Anne como el resto de Martinica no tiene un turismo masivo. Casi no ves extranjeros. Es un destino para jubilarse. Lo que lo convierte aún más pacífico.
Pero, es tan cálido que te hace sentir local y desde que la pisas, te sientes bienvenido’En especial cuando entras a la panadería por el fresco y caliente pan ‘baguette’, haces fila para probar los famosos ‘accras’ o frituras bacalao y camarón o cuando en la noche luego de bailar te sientas en el único sitio que no tiene hora de cierre la crepería de’Charles.
Y, es en este sitio’dondetesientes parte de la comunidad.teMientras esperas por tus crepes, Charles te presta su equipo de sonido para que pongas tu música favorita. Para mi buena suerte era uno de los pocos (por no decir el único que hablaba español). Su alegría y su buena energía es contagiosa y con él, el ron y la cerveza local Lorraine nunca faltó. Así el resto del pueblo esté apagado.
Así es que en Martinica el ron forma parte de la rutina diaria. A lo largo de las carreteras están los sembríos de caña de azúcar junto a las destilerías donde uno puede hacer una pequeña parada de degustar las diferentes variaciones de éste espíritu caribeño. En la calle, playa y restaurantes el famoso ‘ti punch’ (ron, azúcar y limón) es la estrella y la firma de la isla.
Y para anotarlo. Cero resaca.
Martinica es el secreto mejor guardado de los franceses.’Es un hermoso lugar para vacacionar en familia o retirarse.-Para disfrutar de lo simple y plácido que puede convertirse la vida, donde lo único que necesitas es tu bikini, bronceador, una cámara fotográfica y un buen vaso de ron.