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Por las calles de Fez

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El arco azul, conocido como Bad Bou Jeloud, te da la bienvenida a este laberinto de 9.000 calles dentro de la Medina. Era julio. Siglo XXI, pero aquí el tiempo se detuvo en la Edad Medieval, específicamente en el siglo VIII. 

No hay edificios altos, solo se imponen las mezquitas de la ciudad. Tampoco se escuchan carros. No hay contaminación. El paisaje es arcilloso, no hay asfalto y las calles son adoquinadas, unas tan estrechas que solo una persona puede ingresar a la vez. 

Nos adentrábamos y a mi mente llegaban las imágenes de la telenovela brasileña El Clon, que se transmitió en mi país Ecuador -en el año 2001- y que me cautivó desde ese momento. 

Cada mujer con velos islámicos me recordaba a la protagonista Jade y el rostro de las señoras, a Soraide (otro personaje de la novela). Incluso, me emocionaba cuando escuchaba entre los comerciantes gritar los nombres:  Mohamed, Said, Alí o Mustafá. 

Después de 16 años (cuando por primera vez vi El Clon) lo había logrado. Estaba en Marruecos, específicamente en Fez. Una ciudad árabe que visualmente me cautivó por ser una cápsula en el tiempo y tener tradiciones musulmanas muy arraigadas. 

La Medina de Fez, como todas, es amurallada. Para seguir con la tradición me hospedé en un Riad, que son casas típicas. Por fuera tenía una diminuta puerta, pero por dentro era grande -con patio interior, fuentes y árboles- similar a la casa del tío Alí (uno de los protagonistas). 

Mi sorpresa fue que justamente Alí nos recibió. El chico alto, delgado y vestido con una túnica nos invitó el famoso té de menta y nos abrió el mapa de la ciudad. Era casi imposible moverse sola en la Medina y más complicado por ser mujer. Mi mejor opción fue contratar un guía. 

Junto con nuestro guía, Hassan, comenzó la aventura de seis horas por al menos la mitad de los 300 barrios que componen la ciudad antigua Fez El-Bali. Las calles tienen nombres escritos en árabe y difícilmente volverás a pasar por la misma área. Pero el guía las conocía a ojos cerrados.

Entre el mercado de especias se divisa una gigante puerta de cedro que es la entrada de Madraza o Medersa El Attarine, la escuela coránica más antigua. Ahí resaltan sus columnas de mármol, azulejos y labrados hechos pieza por pieza por sus artesanos. Su fuente central es usada para la purificación. 

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La entrada de la Madraza, Al-Attarine

La ciudad es conocida por tener los mejores artesanos. Es inevitable que el guía no te lleve de compras a las tiendas de sus amigos que elaboran joyas, alfombras, sábanas de seda, ollas de cobre, artículos de cuero, vasijas, fuentes… Así se vive el comercio en Fez. 

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Un imponente “La shukran”, “no gracias”, te salvará de llevarte una alfombra en la maleta o hasta evitar que te compres una puerta y te la envíen a tu casa. Y eso fue exactamente lo que dijimos, luego de que me llevaran a la terraza para mostrarnos las gigantes alfombras elaboradas con piel de camello, gacela e hilo del agave.  

Cruzando uno de sus puentes, el sonido de los martillos al unísono  mostraba una armonía en la Plaza Seffarine. Abdul -conocido por ser el hombre con las manos más duras del barrio de los orfebres y los metaleros- y sus amigos les dan forma a los calderos, ollas, teteras, lámparas de cobre. 

La temperatura alcanzaba los 37 grados, el sol era intenso, pero nos acercábamos al sitio más fotografiado de Fez. El terrible olor te indicaba la cercanía. Subimos a la tienda de Amman y nos regalaron un ramillete de menta para poder respirar. 

Llegamos al balcón y desde ahí los hombres sumergidos en las tinas de colores de la Curtiduría Chouwara eran parte de esta postal. Tal cual como en los primeros capítulos de la novela, cuando Latiffa le mostraba a Jade que el tío Alí era el dueño de la mitad de los tanques. 

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En la Curtiduría Chouwara se tiñe el cuero. Este es un  negocio milenario de las familias de Fez.

En estas gigantes acuarelas blancas, rojas, azules, cafés y verdes se tiñen el cuero de ovejas, vacas, cabras y camellos previamente sacrificados. El olor nauseabundo se debe al uso de excrementos de paloma para limpiar el cuero y remover la grasa. Es increíble como ellos pueden trabajar en esas condiciones. 

Decenas de familias se dedican a este negocio milenario y en sus terrazas los cueros son exhibidos mientras cumplen su proceso de secado. Después pasan a sus tiendas los finos abrigos, zapatos y carteras para más adelante enviarlos a Italia o París, donde les colocan las etiquetas de reconocidas marcas. 

Cada esquina en Fez me cautivó. Los burros, que son el medio de transporte de carga; las cabezas de camellos guindando en el mercado de carnes; la decoración de las fuentes; los colores de sus azulejos; la elegancia de sus mezquitas y escuelas coránicas; los vestidos de sus mujeres. Pero, sobre todo las tiendas, los velos, los zapatos autóctonos, los bolsos, los platos, los aceites de argán son las que captaron mi atención. 

Ya en la noche, en la terraza del Riad y esperando nuestra cena, un canto salía de los parlantes de las mezquitas, era el llamado a la oración entre los musulmanes. Nuestro mesero Hassan y la cocinera Nabila tuvieron que entrar para orar con dirección a la Meca, como es la costumbre. 

Así le poníamos fin a esta aventura donde pude vivir un día la experiencia de El Clon y pude comprobar, que aunque pasen los siglos en Fez, su cultura y su religión siguen intactos. 

Para anotar:

  1. La mejor manera de llegar a Fez es por tren. Sus vagones son cómodos y con aire acondicionado. El precio desde Marrakesh es de $33 y desde Casablanca $17. A mi me funcionó pedirle al hotel que me enviara un taxi. Aunque el precio haya sido de $10, cuando uno regular te cobra $1.  
  2. Pasear por La Medina solo es un deporte extremo. Lo aconsejable es hacerlo con un guía. Así evitarás que los transeúntes te exijan propina por ayudarte. El precio del guía varía entre los $20 y $30 por persona.  
  3. Para las mujeres no es obligatorio cubrirse la cabeza, pero sí usar ropa holgada y no mostrar los hombros, ni tener escotes.  
  4. Los árabes son comerciantes por naturaleza. Te pedirán un precio muy elevado por sus productos, pero regateando puedes llevártelos por la mitad de su valor.  
  5. La entrada a las mezquitas es prohibida para los no musulmanes. Pero puedes tomar fotos solo a su entrada.  
  6. Fez también tiene su ciudad moderna, afuera de las murallas. Encontrarás centros comerciales, supermercados y restaurantes de comida rápida. 
  7. Fez es considerada Patrimonio Cultural de la Humanidad, según la UNESCO  y su Medina es la zona peatonal más grande del mundo. Tiene 300 barrios y habitan 500.000 personas. 
 

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Tailandia: Budas, linternas, masajes y 'tuk-tuks'

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Tailandia me eligió. Me atrevo a decirlo porque nunca estuvo en mi lista de viajes. Al menos no en el 2016. Solo apareció y en el momento indicado. Fueron 10 días en los que la palabra ‘plan’ no estuvo en mi agenda. Solo me aventuré a un continente totalmente desconocido: El sudeste asiático. 

No me arrepiento. El país me atrevo a decirlo, es uno de los más cautivadores. Sus maravillosas playas y sus magistrales templos te envuelven y sus extremos contrastes son su atractivo, su esencia. 

La religiosidad, su lealtad al Rey y la prostitución pueden compartir incluso el mismo perímetro. Y lo mejor, es que no necesitas una fortuna para disfrutarlo sino que con poco presupuesto puedes hacerlo. 

Era noviembre y el motivo: El Yi Peng o el festival de las linternas en Chiang Mai, norte de Tailandia. Buscar los tickets aéreos no fue difícil con Expedia. Una semana antes del evento (13 de Nov) los encontré en 630 USD por China Southern Airlines. Pero el precio puede bajar más con anticipación.  

Eso sí, el primer vuelo desde New York tiene un promedio de 16 horas y casi todos tienen extensas escalas en ciudades chinas que nunca habías escuchado y en las que difícilmente hablan inglés, por lo que debes estar preparado.  

En mi caso fueron siete horas en Guangzhou, China y en luego ocho en Bangkok, para finalmente arribar a Chiang Mai. En cuestión de alojamiento, el abanico de opciones es extenso. Hostales, hoteles lujosos, bed & breakfast ubicados en el sector histórico de la ciudad con diferentes precios. Elegí Fuengfa Place 34USD por una habitación con dos camas.  

Chiang Mai es una ciudad con mucho tráfico y ruido, pero sus imponentes templos budistas son la principal atracción. En cada calle los monjes con sus trajes naranjas decoran la ciudad. Y los tuk tuks (tricimotos) y los songthaew (furgonetas colectivas) le dan el toque urbano. 

Los sitios que son parada obligatoria: Templo Wat Pa Prao Nok, Wat Phra Singh, Wat Phan Tao, Wat Phra That Doi Suthep y el más antiguo Wat Chedi Luang Worawihan por el cual solo pagas 1,50USD. El bazar y el mercado nocturno son los sitios perfectos para comprar. 

Los precios son el enganche perfecto. Por ejemplo, en un día tus gastos pueden incluir 0.60USD en movilización, 5 USD por un almuerzo completo, cervezas como la Chang en 1USD, cocos 0.50 USD, camisetas en 3 USD, carteras por 10 USD. Y el famoso masaje tailandés por 6 USD. 

Los masajes tailandeses son los más famosos y encuentras sitios incluso afuera de las casas

Mis amigos y yo rentamos un taxi para poder tomar los tours fuera la ciudad. La primera parada fue en un centro de rescates de elefantes. Por 79USD entramos a Elephant Nature Park. Alimentar, pasear y bañar a nuestra amiga Satawy por dos horas fue inolvidable. 

Luego, con los nervios de punta entramos a las jaulas de los tigres y finalizamos en la tribu de las mujeres de ‘cuello largo’. 

Finalmente era la noche del 13 de noviembre. La luna llena era el marco perfecto para iniciar el festival de linternas que ocurre todos los años. Como no alcanzamos a comprar los tickets para el evento principal, tuvimos que irnos a un pueblo llamado Lumpung. 

En ese sitio el tour nos costó 60 USD incluía el transporte, cupones para comida, la entrada y las linternas. 

Soltar y dejar todo lo malo es parte de la doctrina budista. Los rezos y las bendiciones de los monjes, el encender las linternas y soltarlas fue tan mágico. Miles de luces amarillas adornaban el cielo, tal como la película Rapunzel.

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Por un segundo te sumerges en ese espectáculo donde no sabes si tomar fotos, abrazar a los que están contigo o soltar tu linterna. Ese momento fue un 'visto' en nuestra lista de “cosas por hacer” o “bucket list”. 

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Mis amigos y yo conocimos turistas de Chile y España.
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Una vez terminado el evento nuestro siguiente destino era descubrir el sur y sus playas. Pero hasta este punto recomiendo Tailandia. Mochilera o aventurera es un destino al que no le puedes decir que no. 

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El Secreto de un Río Subterráneo

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Estábamos a 22 metros bajo tierra. Apagamos las linternas de nuestros cascos, nos quedamos callados e inmóviles por tres minutos. Mi primera vez experimentando el silencio total. Sin el sonido de las ambulancias, los trenes, los aviones y los gritos newyorkinos.

Tampoco se reflejaba ni un rayo de luz en la cueva. Era absolutamente oscuro. No podía ver ni el contorno de mis manos. Pero nunca tuve miedo, creo que ninguno lo sintió. Sólo disfrutábamos de esa paz y armonía que fuimos a buscar al sitio donde los “Dioses Mayas” se deleitaron por muchos siglos: Río Secreto.  

La expedición comenzó con un recorrido a pie por la selva durante 20 minutos. Vestíamos ropa especial y zapatos de agua. Antes tuvimos dejar en un casillero nuestras pertenencias y tomar un baño para eliminar todo el químico que tenemos en el cuerpo de esta manera no contaminabamos el agua. 

En una curva encontramos a un chamán, quien nos pidió hacer un círculo para iniciar el ritual. Fue la primera interacción con la cultura Maya. Con hierbas e inciensos repetía su oración para pedirles a los “Dioses” que bendigan nuestra travesía de casi dos horas por la reserva natural de la Riviera Mexicana.

Nada nos pasaría porque estábamos protegidos. Ellos habían aprobado nuestra visita. 

Tomados de la mano, por lo rocoso que era el camino, descendimos y entramos a éste sistema de cuevas de casi 12 kilómetros. Nos sumergimos en el agua. “Shit, it's freezing”, gritaban los turistas canadienses. En mi caso, contuve la respiración hasta que mi cuerpo se aclimatara al agua. 

Prendimos nuestras linternas... 

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Miramos a nuestro alrededor. Nuestra piel se erizó y tres de los ocho turistas quedaron boquiabiertos. Un ecosistema jamás visto. 

Era un río, sin corriente, escondido debajo de la superficie. Un color turquesa se reflejaba con nuestras luces. A los lados, los asombrábamos con la paredes rocosas blancas y amarillas ricas de estalagmitas, estalactitas y columnas de calcio.

Todas entrelazadas entre sí, como si alguien las hubiera esculpido. Teníamos prohibido tocarlas o sostenernos de ellas. Las grandes rocas en el agua nos hacia tropezar por lo que nuestra caminata era muy lenta. 

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Cortesía de Río Secreto

En ciertas áreas nos tocó nadar por la profundidad del río. “Cuidado beben de esta agua. Si lo hacen tendrán de seguro una piedra en el riñón”, nos explicaba el guía Yonathan al hablar sobre la riqueza en carbonato calcio que tiene el ecosistema. 

Sin embargo, nos permitió nadar y disfrutar el agua. Una vez más apagamos todo y volvimos a disfrutar de la oscuridad. Fueron solos dos minutos. Poco para relajarnos completamente y lo suficiente para deleitarnos. 

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Mientras seguíamos descendiendo, el guía nos indicaba que para los Mayas, las cuevas eran un sitio donde habitaban sus dioses porque el agua no había sido tocada por el hombre. Además, cuando descubrieron el área en el 2006, descubrieron restos arqueológicos.

Había transcurrido casi una hora y nuestra travesía aún continuaba. En cada sector la tonalidad de las paredes cambiaba e incluso las estalagmitas quedaron remplazadas por helictitas que lucían como corales o popcorn.

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También observamos algunas raíces de manglar y nos asustamos al ver un escorpión descansando en una roca pero tratamos de no gritar para no despertar a los murciélagos.

Recargados de la energía de Río Secreto, vimos una luz. Estabamos cerca de la salida. “Ven ese hueco allá arriba. Un zorro cayó mientras lo perseguían. Así fue como descubrieron esta reserva”, nos comentó Yonathan. 

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Al seguir caminando, el sitio aclaraba. Llegamos a la superficie y encontramos una vasija arqueológica, que probablemente pertenecía a la Cultura Maya. Era el fin de nuestra expedición.

Nos sentíamos privilegiados porque Río Secreto abrió sus puertas en el 2009. Es un lugar casi desconocido para muchos a pesar de ser parte de los destinos recomendados por la revista National Geographyc. 

Al terminar, brindamos emocionados con un anís para celebrar que volvimos sanos y salvos, y concluíamos la tarde con un almuerzo típico mexicano (tostadas, pollo tinga, sopa de lima).

Río Secreto nos enseñó que nuestro planeta nos sorprende con diferentes ecosistemas y lo rico de la vida es poder experimentar todo lo que la madre naturaleza ha diseñado para nosotros.

PARA ANOTAR:

  • Río Secreto está ubicado a 5 kilómetros al sur de Playa del Carmen, Quintana Roo, México.  
  • Las cuevas en la Península de Yucatán, México, están debajo del agua. Los acuíferos como Río Secreto se recargan gracias a la lluvia y se filtra a través de la roca caliza. 
  • Río Secreto es un ejemplo de turismo sustentable. Preservan la zona subterránea y la selva que esta encima de este.  
  • En la selva tienen felinos como el jaguar, puma, ocelote, tigrillo y jaguarundi. Existen venados, osos hormigueros, mapaches.
  • Dentro del ecosistema también viven seres únicos capaces de sobrevivir en la oscuridad perpetua. Estos son el camarón ciego, la dama blanca, escorpiones. 
  • La entrada tiene un valor de 75USD. 
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El Secreto de un Río Subterráneo

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Estábamos a 22 metros bajo tierra. Apagamos las linternas de nuestros cascos, nos quedamos callados e inmóviles por tres minutos. Mi primera vez experimentando el silencio total. Sin el sonido de las ambulancias, los trenes, los aviones y los gritos newyorkinos.

Tampoco se reflejaba ni un rayo de luz en la cueva. Era absolutamente oscuro. No podía ver ni el contorno de mis manos. Pero nunca tuve miedo, creo que ninguno lo sintió. Sólo disfrutábamos de esa paz y armonía que fuimos a buscar al sitio donde los “Dioses Mayas” se deleitaron por muchos siglos: Río Secreto.

La expedición comenzó con un recorrido a pie por la selva durante 20 minutos. Vestíamos ropa especial y zapatos de agua. Antes tuvimos dejar en un casillero nuestras pertenencias y tomar un baño para eliminar todo el químico que tenemos en el cuerpo de esta manera no contaminabamos el agua.

En una curva encontramos a un chamán, quien nos pidió hacer un círculo para iniciar el ritual. Fue la primera interacción con la cultura Maya. Con hierbas e inciensos repetía su oración para pedirles a los “Dioses” que bendigan nuestra travesía de casi dos horas por la reserva natural de la Riviera mexicana.

Nada nos pasaría porque estábamos protegidos. Ellos habían aprobado nuestra visita.

Tomados de la mano, por lo rocoso que era el camino, descendimos y entramos a éste sistema de cuevas de casi 12 kilómetros. Nos sumergimos en el agua. “Shit, it’s freezing”, gritaban los turistas canadienses. En mi caso, contuve la respiración hasta que mi cuerpo se aclimatara al agua.

Prendimos nuestras linternas…

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Miramos a nuestro alrededor. Nuestra piel se erizó y tres de los ocho turistas quedaron boquiabiertos. Un ecosistema jamás visto. En mi caso, solo en una foto publicada en facebook.

Era un río, sin corriente, escondido debajo de la superficie. Un color turquesa se reflejaba con nuestras luces. A los lados, los asombrábamos con la paredes rocosas blancas y amarillas ricas de estalagmitas, estalactitas y columnas de calcio. Todas entrelazadas entre sí, como si alguien las hubiera esculpido.

Teníamos prohibido tocarlas o sostenernos de ellas. Las grandes rocas en el agua nos hacia tropezar por lo que nuestra caminata era muy lenta.

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Cortesía Río Secreto

En ciertas áreas nos tocó nadar por la profundidad del río. “Cuidado beben de esta agua. Si lo hacen tendrán de seguro una piedra en el riñón”, nos explicaba el guía Yonathan al hablar sobre la riqueza en carbonato calcio que tiene el ecosistema.

Sin embargo, nos permitió nadar y disfrutar el agua. Una vez más apagamos todo y volvimos a disfrutar de la oscuridad. Fueron solos dos minutos. Poco para relajarnos completamente y lo suficiente para deleitarnos.

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Mientras seguíamos descendiendo, el guía nos indicaba que para los Mayas, las cuevas eran un sitio donde habitaban sus dioses porque el agua no había sido tocada por el hombre. Además, cuando descubrieron el área en el 2006, descubrieron restos arqueológicos.

Había transcurrido casi una hora y nuestra travesía aún continuaba. En cada sector la tonalidad de las paredes cambiaba e incluso las estalagmitas quedaron remplazadas por  helictitas que lucían como corales o popcorn.

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También observamos algunas raíces de manglar y nos asustamos al ver un escorpión descansando en una roca pero tratamos de no gritar para no despertar a los murciélagos. .

Recargados de la energía de Río Secreto, vimos una luz. Estabamos cerca de la salida. “Ven ese hueco allá arriba. Un zorro cayó mientras lo perseguían. Así fue como descubrieron esta reserva”, nos comentó Yonathan.

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Al seguir caminando, el sitio aclaraba. Llegamos a la superficie y encontramos una vasija arqueológica, que probablemente pertenecía a la Cultura Maya. Era el fin de nuestra expedición.

Nos sentíamos privilegiados porque Río Secreto abrió sus puertas en el 2009. Es un lugar casi desconocido para muchos a pesar de ser parte de los destinos recomendados por la revista National Geographyc.

Al terminar, brindamos emocionados con un anís para celebrar que volvimos sanos y salvos, y concluíamos la tarde con un almuerzo típico mexicano (tostadas, pollo tinga, sopa de lima).

Río Secreto nos enseñó que nuestro planeta nos sorprende con diferentes ecosistemas y lo rico de la vida es poder experimentar todo lo que la madre naturaleza ha diseñado para nosotros.

Datos:

  • Río Secreto está ubicado a 5 kilómetros al sur de Playa del Carmen, Quintana Roo, México.
  • Las cuevas en la Península de Yucatán, México, están debajo del agua. Los acuíferos como Rio Secreto se recargan gracias a la lluvia y se filtra a través de la roca caliza.
  • Río Secreto es un ejemplo de turismo sustentable. Preservan la zona subterránea y la selva que esta encima de este.
  • En la selva tienen felinos como el jaguar, puma, ocelote, tigrillo y jaguarundi. Existen venados, osos hormigueros, mapaches.
  • Dentro del ecosistema también viven seres únicos capaces de sobrevivir en la oscuridad perpetua. Estos son el camarón ciego, la dama blanca, escorpiones.
  • La entrada tiene un valor de 75USD.
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