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La nueva normalidad en Riviera Maya

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Holidays, travel, sightseeing, expeditions, tours, cruises… these the are words that in the times of the pandemic have been taken away from our vocabulary.  Even thinking about them causes frustration, because all those plans to visit another country fell apart during 2020.  

Definitivamente, en tiempos de Covid19, viajar no es la opción más acertada y quedarse en casa es la mejor manera de protegerse.  

Pero, hay quienes (me incluyo) pasamos chequeando esos vuelos baratísimos, hoteles con precios ridículos y restricciones de cada país, y queremos vencer el miedo al tomar “ese” riesgo. Al mismo tiempo, hay un sector turístico que necesita sobrevivir en medio de la crisis.  

Fue así como en julio llegué a la Riviera Maya, en México. Luego de informarme cuales son los sitios más seguros y que medidas de protección se deberían tener en cuenta. Playa del Carmen, Tulum y Holbox fueron los más acertados. Días antes, la zona había recibido el Sello internacional ‘Safe Travel’, que se los otorga la organización World Travel & Tourism Council, por cumplir con altos estándares de protección.  

El área comenzó desde junio a trabajar con una capacidad del 30% al 50% (semáforo epidemiológico naranja) así que era poco probable una aglomeración. Sus playas estaban cerradas, menos Holbox, por lo que busqué opciones de distracción y con el menor peligro de contagio.  

LOS AEROPUERTOS DESOLADOS

Nos repiten que el aeropuerto es el sitio más inseguro. Por mi experiencia personal, no lo sentí de esa manera. Quedé boquiabierta al entrar a la terminal 4 del John F. Kennedy, en Nueva York. Era impresionante verla vacía.  

Al hacer el chequeo en línea, tener equipaje de mano y el boleto en mi celular me evité hacer fila en la aerolínea. En el punto de seguridad, los oficiales al igual que los pasajeros tenían la obligación de usar mascarillas. Nadie se te acerca al menos que la máquina detectora de metal suene y en cada rincón hay gel antibacterial.  

Viajé en Delta. En mi vuelo, 1 o 2 personas sentadas por fila. Me entregaron desinfectante, al abordar y cuando recibí una funda con agua y galletas.  

Casi 4 horas con la mascarilla es desafiante, pero las azafatas chequeaban regularmente si nos las sacábamos. La clave: lavarse las manos o desinfectárselas cuanto sea necesario. 

Al llegar, en el aeropuerto de Cancún, hay distancia social y todo luce desinfectado. Al regresar a Estados Unidos, en cambio, tuve que llenar una forma en línea donde confirmaba que no tenía síntomas ni que había estado con contacto con algún contagiado.   

HOLBOX

Mi primer destino fue la isla de Holbox. En esta ocasión preferí rentar un carro hasta el puerto de Chiquilá para luego tomar el barco. El ferry tiene limitada su capacidad y para ingresar hay que cruzar el túnel de desinfección. Incluso para subirse a los taxis (que son carros de golf) una vez más el uso de cubrebocas es obligatorio.  

Los hoteles tenían su capacidad al 30%, por lo que te sientes que eres el único hospedado. Sus empleados además de la mascarilla, se protegieron la cara con los protectores faciales. Ellos, tomaban la temperatura a sus huéspedes al momento de ingresar y desinfectaban los zapatos.   

Hay actividades que no requieren estar en grupo, los hoteles ofrecen tours privados de hasta 5 personas. La playa es amplia y puede ser que no veas otro turista nadar en el mar o bronceándose a una distancia de 10 metros.  

TULUM  

El segundo destino fue Tulum. En esta ocasión la opción fue rentar una casa en Airbnb. Sus dueños hicieron hincapié de que sus normas de higiene fueron rigurosas, pero no estaba de más tener toallas desinfectantes.  

Las restricciones por el covid19 y el exceso de sargazo (algas marinas) son las razones por las que estaba prohibido ingresar a las playas y a su zona arqueológica. Pero, Riviera Maya tiene un abanico de distracciones que incluye paseos a lagunas y cenotes (estanques naturales de agua dulce).   

Tulum es una de las ciudades mayas más visitadas en México, pero en esta ocasión solo se vieron locales. Sin embargo, es tan encantadora y con puntos de interés fotografiables que vale la pena recorrerlos en bicicleta, algo tradicional entre los turistas.   

Por 8 dólares renté una bicicleta por el día. Pedalear por la zona hotelera cercana a la playa fue una buena opción. 

El área es ideal para tomarse esas fotos perfectas para publicar en las redes sociales. Paradas obligatorias: El letrero “Follow de Dream”, de la tienda Lolita Lolita; los columpios de local de bebidas Matcha Mama; la escultura “Ven a la Luz” del artista Daniel Popper en el hotel “Ahau”; la entrada del hotel Selina, y el cenote dentro del restaurante Clandestino.  

Otra parada para disfrutar sin tener contacto con más turistas fue la laguna Kaan Luum. Esta gigante reserva natural abre desde la 9am. Lo caracteriza sus tonalidades, que van cambiando a medida que se vuelve más profundo. Además, tiene hamacas y columpios alrededor que hace la visita más placentera y relajante.   

Su precio es de 50 pesos (3USD). Adicional se puede rentar el equipo para hacer kayak o bucear.   

Uno de los sitios sagrados de los Mayas eran los cenotes, que son estanques de agua dulce con cuevas y ríos subterráneos. Son famosos a lo largo de la Península de Yucatán.  

Solo en Riviera Maya se puede bucear y nadar en unos 20 sitios. Cerca de Tulum está Gran Cenote, que es más abierto y amplio para respetar el distanciamiento. Aquí también, los protocolos de desinfección, de la nueva normalidad, se aplicaban y los empleados se preocupaban en evitar multitudes.   

RESTAURANTES

Las playas estaban cerradas, pero los restaurantes de los hoteles al pie del mar si funcionaban. Aún era posible, tomarse una margarita y comerse unos tacos, disfrutando de la brisa y de la vista.  

Así fue como en hoteles como Mi Amor, en Tulum y Mamitas, en Playa del Carmen incluso se pudo ingresar a la piscina sin pánico, ya que, por la limitación de turistas, estaban casi vacías.    

En Playa del Carmen, los restaurantes comenzaban a reactivarse. Al entrar, sus meseros completamente protegidos, le aplican a cada cliente desinfectante y les toman la temperatura. Asimismo, a cada mesa les colocaban letreros para notificar que están limpias y los menús eran códigos de barra que se escanean en el celular. Los bares y discotecas permanecían cerradas.   

Playa del Carmen

PASEO EN CATAMARÁN    

Mi último día en el Caribe Mexicano decidí tomar un tour por Isla Mujeres en un catamarán. Su capacidad reducida de 50 a 12 personas.   

Al ingresar al puerto en Cancún, a todos nos tomaron la temperatura, nos ofrecieron el gel antibacterial y para entrar al catamarán, nuestros zapatos se quedaron en una caja, que sus empleados desinfectaban.   

La tripulación jamás se sacó su mascarilla, pero los visitantes si pudimos hacerlo, mientras estuviéramos separados. También, para hacer buceo recibimos los equipos desechables. 

Durante mi semana en Riviera Maya, pude observar que el sector turístico continúa preparándose para esta nueva normalidad y para cuando la reapertura del área sea del 100 por ciento.   

El turismo es considerado un trabajo esencial en México por lo que sus habitantes siguen y nos hacen cumplir exhaustivamente los protocolos sanitarios para que el peligro de contagio sea mínimo y todos los viajeros sientan confianza de viajar a pesar de la incertidumbre que se vive en el mundo. 

PARA ANOTAR:   

  • Los parques de la cadena Xcaret están abiertos al público, pero con horarios reducidos. Lo mejor es chequear su página www.xcaret.com  
  • A partir del 7 septiembre, las playas de Riviera Maya (Cancún, Playa del Carmen, Tulum y otros municipios) ya entraron al semáforo amarillo. Sus playas comenzaron la reapertura en un 60-70%.   
  • El aeropuerto de Cancún y Cozumel están abiertos.   
  • No se necesita hacer cuarentena al arribar a México. Pero para información sobre las restricciones y el semáforo epidemiológico se puede ingresar a  https://reactivemosq.roo.gob.mx/  .

 

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Holbox: El paraíso mexicano

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Nos adentrábamos al fondo del mar. En medio de una completa oscuridad, solo seguíamos los pasos y las voces de nuestros guías Guilmer y Alfonso. ¿Miedo? ¡Jamás! Lo contrario.

Mis 5 amigas y yo nos sentíamos emocionadas por la absoluta tranquilidad, por el maravilloso espectáculo de estrellas del que éramos espectadoras y de lo que veríamos tan pronto avanzáramos unos pasos más.  

We were walking and the water barely cover our knees. Gilmer told us to move the water as strong as we can. Suddenly the performance started. The sea lighted up with thousands of turquoise lights. They were impregnated in our hands for seconds. 

Si así eran nuestras manos, ¿Por qué no probar todo el cuerpo?, nos preguntábamos. En ese instante, nos dimos el chapuzón y dentro del agua nuestro cuerpo brillaba como si tuviéramos estrellas. Era inevitable no llenarse de la energía que la naturaleza nos regalaba. 

Queríamos registrar ese momento. Lástima que en la oscuridad fue imposible una foto o vídeo con estos llamados plancton bioluminiscente, unos diminutos microorganismos que, como las luciérnagas, emiten su propia luz azul.  

Cortesía de la Asociación hotelera de Holbox

Holbox, México 

Para vivir esa experiencia, solo nos tomó: un avión a Cancún, un carro rentado en el aeropuerto, un ferry tomando desde el puerto de Chiquilá y un carrito de golf... Así fue nuestra bienvenida a México. A la Península de Yucatán y específicamente a la isla de Holbox. 

Hol-bo-(sh) como la pronuncian los mexicanos es el secreto mejor guardado del país, aunque en los últimos años sus playas paradisiacas y sus publicidades en Instagram la han convertido en el nuevo destino para quienes visitan la Riviera Maya.  

Esta pequeña isla tiene alma verde, es ‘eco-friendly’. No encontrarás pretenciosos hoteles, una vida nocturna bulliciosa o lujos. Tampoco calles pavimentadas ni autos, ya que en su lugar hay carritos de golf y bicicletas. 

Ese es su encanto. Sentirse apartado del ruido, rodearse con pelícanos y flamencos, y disfrutar de una amplia playa color turquesa, mientras tomas una cerveza, una margarita o un mojito. 

However, Holbox does have a wide range of accommodation. Its hotels are comfortable and elegant, but maintaining a rustic décor. We arrived at Soho Boutique Holbox. Due to the Pandemic by the Covid19, only days earlier the island had reopened, so its hosting capacity was 30%. 

¿Qué hacer?  

A lo que vinimos: La playa. Al no ser un destino masivo y estar en cuarentena mundial, teníamos kilómetros de arena fina, y el agua turquesa cristalina y sin olas solo para nosotras.

Era el paraíso, a pesar de las altas temperaturas y el sol tan resplandeciente. Meses antes sus hamacas y columpios eran un atractivo, pero debido a la pandemia fueron retirados.   

Gilmer y Alfonso una vez más nos ofrecieron su tour de casi 4 horas. Esta vez sería en bote por tres islas pequeñas. El servicio era completo: una botella de tequila Don Julio 70, soda de toronja, agua, protector solar, repelente de mosquitos y música. ¡Estábamos listos! 

La primera fue una excursión para explorar la Isla de los Pájaros, que es el hogar de cerca de 100 especies de aves. La Isla Pasión fue la segunda parada, que es un islote que se puede rodear caminando por el mar. En todo el trayecto el agua te llega al tobillo.  

Y, la tercera es el cenote Yalahau, un sitio sagrado para la cultura Maya. Los nativos dicen que sus aguas son curativas y sumergirse ahí es rejuvenecer 5 años. Así que luego de 1 hora bañándonos teníamos 20 años.   

Sintiéndonos adolescentes continuamos descubriendo Holbox. Era el tiempo para pasear por el centro. Sus calles arenosas estaban con grandes pozos debido a la lluvia de días anteriores. Esquivando el agua, alcanzamos a ver algunos de sus famosos y coloridos murales. Junto a ellos locales de artesanías mexicanas y las casas también con colores pasteles.   

It was almost time for my happy and favorite hour: the sunset. The best place to enjoy it was Punta Cocos. On our way, we found two beach clubs in front of the beach. Coralina and el Chiringuito. Both were the right and more comfortable places to see the mosaic of colors. Of course, with some shrimp tacos and a perfect paloma (drink with tequila, lime and grapefruit soda). 

Holbox tiene otras atracciones como andar en bicicleta por Punta Mosquito (extremo este de la isla), ver al tiburón ballena (entre junio y agosto), bucear, pescar y bañarse junto con los flamencos.  

Al otro día y horas antes de subirnos al ferry, nuestra parada obligatoria era en Roots para probar la mejor pizza de langosta hecha en horno de leña. Una fina masa cubierta con pedacitos del crustáceo se deshacía en nuestra boca. Tan recomendada que entre 5 nos comimos 4 pizza familiares. ¡Ah! Y para una buena despedida, vale acompañarlo con un Frida Kahlo (tequila con pepino, menta y limón). 

Holbox, que en Maya significa Hoyo Negro, fue nuestro lugar perfecto para escaparnos y desconectarnos (con todas las precauciones debidas) de todo lo que ha ocurrido en este 2020. Sus habitantes viven también del turismo por lo que observamos rigurosamente cómo siguen al pie de la letra todos los protocolos de desinfección e higiene. Ellos nos dieron la confianza de que estábamos en las mejores manos; y su atmósfera, en la mejor isla.  

PARA ANOTAR    

  • Holbox está ubicado al norte de la Península de Yucatán en México.   
  • Está localizado en el Golfo de México y es parte de la Reserva Natural de Yum Balam  
  • La Isla tiene 40 Km. de largo y 2 Km. de ancho   
  • Idioma: español   
  • Moneda: peso mexicano. Es mejor llevar efectivo pues hay pocos cajeros automáticos en la isla y ya al mediodía no tienen dinero.  
  • Transportación: Bicicletas y taxis que son carros de golf.   
  • ¿Cómo llegar? En ferry, que sale desde el puerto de Chiquilá y vale 200 pesos (9USD), botes privados por el mismo precio por persona o tomar vuelo privado que vale entre 550 y 1200 USD.  

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Holbox: El paraíso mexicano

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Nos adentrábamos al fondo del mar. En medio de una completa oscuridad, solo seguíamos los pasos y las voces de nuestros guías Guilmer y Alfonso. ¿Miedo? ¡Jamás! Lo contrario. Mis 5 amigas y yo nos sentíamos emocionadas por la absoluta tranquilidad, por el maravilloso espectáculo de estrellas del que éramos espectadoras y de lo que veríamos tan pronto avanzáramos unos pasos más.  

Caminamos casi 300 metros y el agua apenas cubría nuestras rodillas. Guilmer nos indicó que agitáramos el mar con nuestras manos (lo más fuerte) y fue ahí cuando el show inició. Miles de lucecitas turquesas se desplazaban en el mar y nos iluminaban, y cuando sacábamos las manos se quedaban impregnadas por unos segundos.  

Si así eran nuestras manos, ¿Por qué no probar todo el cuerpo?, nos preguntábamos. En ese instante, nos dimos el chapuzón y dentro del agua nuestro cuerpo brillaba como si tuviéramos estrellas. Era inevitable no llenarse de la energía que la naturaleza nos regalaba.  

Queríamos registrar ese momento. Lástima que en la oscuridad fue imposible una foto o vídeo con estos llamados plancton bioluminiscente, unos diminutos microorganismos que, como las luciérnagas, emiten su propia luz azul. 

Cortesía de la Asociación Hotelera de Holbox.

Holbox, México 

Para vivir esa experiencia, solo nos tomó:  un avión a Cancún, un carro rentado en el aeropuerto, un ferry tomando desde el puerto de Chiquilá y un carrito de golf… Así fue nuestra bienvenida a México. A la Península de Yucatán y específicamente a la isla de Holbox.  

Hol-bo-(sh) como la pronuncian los mexicanos es el secreto mejor guardado del país, aunque en los últimos años sus playas paradisiacas y sus publicidades en Instagram la han convertido en el nuevo destino para quienes visitan la Riviera Maya. 

Esta pequeña isla tiene alma verde, es ‘eco-friendly’. No encontrarás pretenciosos hoteles, una vida nocturna bulliciosa o lujos. Tampoco calles pavimentadas ni autos, ya que en su lugar hay carritos de golf y bicicletas.

Ese es su encanto. Sentirse apartado del ruido, rodearse con pelícanos y flamencos, y disfrutar de una amplia playa color turquesa, mientras tomas una cerveza, una margarita o un mojito. 

Sin embargo, Holbox si tiene una oferta de hospedaje amplia. Sus hoteles son cómodos y elegantes, pero manteniendo una decoración rústica. Nosotros llegamos al Soho Boutique Holbox. Debido a la pandemia por el Covid19, solo días antes había reabierto, y al estar la zona de Riviera Maya en semáforo naranja, su capacidad debía ser del 30%.

¿Qué hacer?  

A lo que vinimos: La playa. Al no ser un destino masivo y estar en cuarentena mundial, teníamos kilómetros de arena fina, y el agua turquesa cristalina y sin olas solo para nosotras. Era el paraíso, a pesar de las altas temperaturas y el sol tan resplandeciente. Meses antes sus hamacas y columpios eran un atractivo, pero debido a la pandemia fueron retirados.  

Gilmer y Alfonso una vez más nos ofrecieron su tour de casi 4 horas. Esta vez sería en bote por tres islas pequeñas. El servicio era completo: una botella de tequila Don Julio 70, soda de toronja, agua, protector solar, repelente de mosquitos y música. ¡Estábamos listos!  

La primera fue una excursión para explorar la Isla de los Pájaros, que es el hogar de cerca de 100 especies de aves. La Isla Pasión fue la segunda parada, que es un islote que se puede rodear caminando por el mar. En todo el trayecto el agua te llega al tobillo.  

Y, la tercera es el cenote Yalahau, un sitio sagrado para la cultura Maya. Los nativos dicen que sus aguas son curativas y sumergirse ahí es rejuvenecer 5 años. Así que luego de 1 hora bañándonos teníamos 20 años. 

Sintiéndonos adolescentes continuamos descubriendo Holbox. Era el tiempo para pasear por el centro. Sus calles arenosas estaban con grandes pozos debido a la lluvia de días anteriores. Esquivando el agua, alcanzamos a ver algunos de sus famosos y coloridos murales. Junto a ellos locales de artesanías mexicanas y las casas también con colores pasteles. 

Mi hora favorita de acercaba: la de la caída del sol. El mejor sitio para disfrutarlo era Punta Cocos. Esta vez encontramos en nuestra ruta dos bares en la playa: Coralina y el Chiringuito. Eran los lugares indicados para disfrutar los mosaicos de colores comiendo unos tacos de camarón con una “paloma” (bebida hecha con tequila y refresco de toronja).  

Holbox tiene otras atracciones como andar en bicicleta por Punta Mosquito (extremo este de la isla), ver al tiburón ballena (entre junio y agosto), bucear, pescar y bañarse junto con los flamencos.  

Al otro día y horas antes de subirnos al ferry, nuestra parada obligatoria era en Roots para probar la mejor pizza de langosta hecha en horno de leña.  Una fina masa cubierta con pedacitos del crustáceo se deshacía en nuestra boca. Tan recomendada que entre 5 nos comimos 4 pizza familiares. ¡Ah! Y para una buena despedida, vale acompañarlo con un Frida Kahlo (tequila con pepino, menta y limón).

Holbox, que en Maya significa Hoyo Negro, fue nuestro lugar perfecto para escaparnos y desconectarnos (con todas las precauciones debidas) de todo lo que ha ocurrido en este 2020. Sus habitantes viven también del turismo por lo que observamos rigurosamente cómo siguen al pie de la letra todos los protocolos de desinfección e higiene. Ellos nos dieron la confianza de que estábamos en las mejores manos; y su atmósfera, en la mejor isla.

Para Anotar:    

  • Holbox está ubicado al norte de la Península de Yucatán en México.  
  • Lo rodea las aguas del Golfo de México.  
  • Es parte de la Reserva Natural Yum Balam.
  • Es una isla de 40 kilómetros de largo y 2 km. de ancho.  
  • Idioma: español.  
  • Moneda: El peso mexicano. Es mejor llevar efectivo pues hay pocos cajeros automáticos en la isla y ya al mediodía no tienen dinero.  
  • Transportación: Bicicletas y taxis que son carros de golf. 
  • ¿Cómo llegar? En ferry, que sale desde el puerto de Chiquilá y vale 200 pesos (9USD), botes privados por el mismo precio por persona o tomar vuelo privado que vale entre 550 y 1200 USD.  

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